miércoles, 13 de noviembre de 2019

Historia del partido Partido Nacional Revolucionario

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El Partido Nacional Revolucionario (PNR) fue un partido político mexicano, activo entre 1929 y 1938. La muerte del presidente electo Álvaro Obregón en 1928, en torno a cuya persona se aglutinaban distintos grupos y dirigentes surgidos de la Revolución mexicana, acarreó un riesgo de dispersión política. En consecuencia y por iniciativa de Plutarco Elías Calles se fundó el PNR para «transitar» de un «gobierno de caudillos» a un «régimen de instituciones». No obstante, en la práctica la institucionalización política fue solamente de forma y de fondo se trató de un caudillismo orientado hacia su artífice.5

Surgió como una coalición de partidos regionales de diversos estados de la República y más tarde se transformó en una organización centralizada cuando se introdujeron cambios en su estructura que disolvieron las entidades que la habían conformado. En su primera etapa siguió una ideología nacionalista y populista y su programa fue un proyecto capitalista que tomó en cuenta y subordinó a obreros y campesinos. Posteriormente, a partir de 1933 adoptó una postura más cercana al socialismo y en su programa político optó por un intervencionismo de Estado en ámbitos como la economía, la educación y la industria. En su segunda etapa también se efectuó la «semicorporativización de las masas», con la creación de confederaciones y otras organizaciones de obreros, campesinos y empleados públicos.
Definido como un partido oficial,6​ introdujo cambios en el sistema político mexicano, como la regulación y contención de los movimientos políticos promovidos por el interés de obtener la presidencia del país y los «beneficios» asociados.7​ A lo largo de sus nueve años de vida mantuvo una posición preponderante en la vida política nacional y de él surgieron los dos candidatos presidenciales vencedores en ese periodo. Sus métodos, sin embargo, alcanzaron niveles como la represión de opositores.
Calles se mantuvo como una pieza importante en las decisiones políticas tanto del partido, como del país, en un periodo conocido como Maximato, que se extendió de 1928 a 1935, año en el que su enfrentamiento con el presidente Lázaro Cárdenas provocó una crisis política. Como resultado, Calles salió del país exiliado y sus seguidores fueron eliminados del gabinete presidencial y del propio partido. El creciente apoyo de Cárdenas a los grupos obreros y campesinos incrementó el descontento para con la estructura partidista. En última instancia, el presidente abogó por transformar el partido para incorporar a los propios campesinos y obreros, así como a empleados públicos y militares. Finalmente, el PNR fue disuelto en 1938 y dio paso al Partido de la Revolución Mexicana.


HISTORIA
En las elecciones presidenciales de 1929 eran precandidatos Ortiz Rubio y Sáenz, este último el favorito con un apoyo de 1250 organizaciones afiliadas al PNR. No obstante, sus relaciones con círculos empresariales y reaccionarios de Monterrey fueron motivo para que algunas personas le negaran su apoyo. En este sentido, personajes como Pérez Treviño, Riva Palacio, Cárdenas, Saturnino Cedillo y Portes Gil, optaron por apoyar a Ortiz Rubio, quien «carecía de grupo, programa y conocimiento de la complicada problemática interna», pero tenía el apoyo de Calles.69​ Los delegados recibieron notificación por parte de representantes de Calles de que debían apoyar a Ortiz Rubio, pese a que muchos habían expresado días antes su apoyo a Sánez.70​ Aunque no estaba permitido por las normas del partido, en la convención, el elegido fue Ortiz Rubio por «aclamación».17​ Sáenz y sus partidarios abandonaron la asamblea «haciendo estruendosas pero vagas acusaciones». Sin embargo, aceptaron la elección y más tarde se reintegraron a la formación partidista y fueron recompensados con «cargos administrativos y favores gubernamentales».70
En las elecciones de 1929, el PNR se enfrentó a José Vasconcelos (PNAR) y Pedro Rodríguez Triana (PCM).71​ Fuentes Díaz (1998) indica que el de Vasconcelos fue el único movimiento que enfrentó al partido en sus primeros seis años de vida. «Todos, uno tras otro, caían ante su fuerza trituradora. Su formidable maquinaria electoral doblegaba a los grupos independientes de manera implacable».72​ Meyer (1993) señala que, con Ortiz Rubio, Calles impuso de candidato a alguien «que, por carecer de poder propio, iba a depender de él» e indica que este sería el primer caso de lo que más tarde se denominó «el tapado».70​ El partido empleó su órgano informativo El Nacional Revolucionario para «enaltecer» a su candidato y para atacar a los opositores, especialmente a Vasconcelos, quien fue objeto de los ataques más «mordaces» que se realizaron a través de editoriales y caricaturas políticas.4​ En este sentido, Córdova (1994) afirma que el PNR también adoptó una actitud de descalificación frente a los demás partidos, especialmente los autodenominados revolucionarios o progresistas y los que «se ostentaban como representaciones políticas» de obreros y campesinos.9
Córdova (1994) comparte la opinión de Fuentes Díaz (1998) al señalar que el vasconcelismo era más beligerante que otras fuerzas opositoras y «mucho más poderoso políticamente», puesto que atraía y convencía a la sociedad incluso en mayor medida que el PNR. Su programa reivindicaba los principios de la Revolución de 1910 y la figura e ideario de Francisco I. Madero. Proponía además el «sufragio femenino activo y pasivo» y una reducción al poder del Ejército, un mayor presupuesto a la educación popular y autonomía a la Universidad Nacional Autónoma de México, «fraccionamiento de latifundios», creación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y una ley del servicio civil, entre otras cosas. El PNR se dedicó a ridiculizar al opositor y negarse a tomarlo en serio. Su respuesta llegó a la represión —manifestada por medio de disolución de mítines, maltrato a seguidores e incluso asesinato—.9​ La popularidad de Vasconcelos convirtió la campaña de Ortiz Rubio en una carrera «por promocionar al nuevo partido como el auténtico heredero de la Revolución». A lo largo de seis meses, el candidato del PNR se dedicó a viajar por el país y ensalzar las figuras de Calles y Portes Gil, especialmente al primero.73​ Vasconcelos relató en sus experiencias en la campaña como «las amenazas, veladas y directas, los asaltos y asesinatos fueron una constante».74
En diversas ocasiones, los enfrentamientos entre seguidores de Vasconcelos y miembros del PNR dejaron muertos y heridos. Además, al candidato opositor «le suspendieron la publicación de los artículos que escribía en El Universal».75​ Ruiz Abreu (1978) enlista los métodos del PNR, en colusión con el gobierno, para hacer frente a Vasconcelos. A los vasconcelistas se les imponían multas, se les detenía, se les prohibía reunirse porque empleaban un «lenguaje insultante contra las autoridades», se sancionaba a hoteleros que les rentaran cuartos, se «apagaban las luces y los oradores eran apresados». Incluso, asegura que el partido llegó al «delirio», al despedir a los burócratas que se negaran a apoyarlo.76​ En las elecciones del 17 de noviembre de 1929, Ortiz Rubio venció con más de 1.8 millones de votos.77​ No obstante, los vasconcelistas rechazaron los resultados y los calificaron de fraudulentos.78​ El 5 de febrero de 1930, mismo día en que asumió la presidencia, Ortiz Rubio fue víctima de un atentado al regresar al Palacio Nacional.79​ En marzo de ese año, en las cercanías del pueblo de Topilejo se hallaron múltiples cadáveres estrangulados. Las investigaciones revelaron que eran simpatizantes de Vasconcelos, desaparecidos tras el atentado a Ortiz Rubio.74

Renuncia de Ortiz Rubio y presidencia de Rodríguez[editar]

Meyer (1993) señala que «no era mucha» la legitimidad del gobierno de Ortiz Rubio. Además, al recuperarse del atentado, encontró que «el control de su gabinete [...] estaba en manos de Calles». Sumado a la crisis económica mundial, la corta presidencia de Ortiz Rubio sufrió «una serie constante de crisis y contradicciones en la cúpula del poder» que resultó en su renuncia el 2 de septiembre de 1932.80​ Medin (2003) explica al respecto que el presidente «comenzó a ceder a la influencia de los intereses latifundistas» y detuvo la repartición de tierras en varios estados. Comenzó entonces a incrementar «el malestar general [...] tanto entre los campesinos como entre los círculos obreros afectados» por la reducción salarial y los conflictos patronales. Se sumaron las consecuencias de la crisis económica: la reducción de las exportaciones y «la consabida reacción en cadena que termina en la baja de salarios y el desempleo».81​ Para sustituir a Ortiz Rubio y gobernar los restantes dos años y tres meses de administración, el Congreso eligió a Abelardo L. Rodríguez, hasta ese entonces secretario de Economía y «hombre de confianza de Calles». Mientras que Rodríguez se encargó de «administrar el país», Calles seguía «tomando las decisiones políticas básicas».80
Fue designado al día siguiente de la renuncia de Ortiz Rubio. Medin (2003) agrega que uno de sus primeros objetivos fue «intentar colaborar con la labor de Calles» de «consolidar» y «unificar» las fuerzas políticas reunidas en el PNR, algo especialmente necesario ante la cercanía de la convocatoria de la nueva convención del partido (1933) para elegir al candidato presidencial.82​ Previamente, el 30 de octubre de 1932, en su Primera Convención Nacional Extraordinaria, el PNR adoptó el principio de no reelección de presidentes y gobernadores.20​ El tema se había discutido con anterioridad el 1 de enero de 1932, durante el Primer Congreso de Legislaturas de los Estados, convocado por el PNR, en el que se buscaba «formular un proyecto técnico para uniformar la legislación electoral». No obstante, los debates obligaron al partido a organizar la reunión del 30 de octubre con el objetivo único de «definir los términos en que el principio antirreeleccionista» debía de agregarse a su programa.83
El 16 de noviembre de ese año, el CEN del PNR presentó la iniciativa de reforma constitucional —«no reelección absoluta del presidente» y no reelección inmediata en senadores y diputados— a la Cámara de Diputados. Fue aprobada en sesión del Congreso general efectuada el 20 de marzo de 1933.84​ En suma, la presidencia de Rodríguez fue «un breve interinato cuya misión fundamental consistió en preparar y posibilitar la transmisión pacífica de la presidencia al candidato presidencial del PNR». Su gabinete estuvo integrado por callistas, con la única «sorpresa» del retorno de Portes Gil a la política como procurador general.85​ En 1933, el PNR ya había dejado de ser una alianza de partidos y ahora era un partido de afiliación directa. En ese momento, se presentaban dos aspirantes presidenciales, ambos cercanos a Calles, Pérez Treviño —entonces presidente del partido— y Cárdenas —secretario de Guerra de Rodríguez—.86

Elecciones de 1934[editar]

Mientras que Pérez Treviño se inclinaba «por una política de élites de exclusión de las masas y de aceptación del statu quo», Cárdenas había mostrado en su gubernatura de Michoacán que prefería «cimentar su acción en organizaciones masivas de campesinos y obreros», lo que le ganó el apoyo de los «cuadros políticos intermedios» que habían «basado su acceso a los círculos de poder en la organización de masas». La Confederación Campesina Mexicana, organizada por Portes Gil, Cedillo y miembros del «ala agrarista» del partido, mostró su apoyo a Cárdenas, al igual que el hijo de Calles, Rodolfo Elías Calles, gobernador de Sonora.87​ En contraste, otros gobernadores mostraron su apoyo a Pérez Treviño. En este contexto, el Congreso se dividió en dos grupos: cardenistas y pereztreviñistas. El 12 de mayo de 1933, Pérez Treviño renunció a la presidencia del PNR para «organizar sus apoyos»; tres días después, Cárdenas hizo lo propio en la Secretaría de Guerra. Sin embargo, poco después, Calles expresó su apoyo a Cárdenas, lo que llevó a Pérez Treviño a retirar su precandidatura.87
Del 3 al 6 de diciembre de 1933 se desarrolló la Segunda Convención Nacional Ordinaria del PNR.4​ En ella se eligió al candidato a la presidencia. Previamente, el 1 de junio, se había publicado la convocatoria. Cárdenas, el único precandidato, fue elegido por aclamación y no por voto secreto. Al respecto Zúñiga Aguilar (2011) señala que quienes no lo apoyaron fueron expulsados del partido y que la Convención fue «simple formalidad», dado que la candidatura ya se había aprobado «en las altas esferas del poder por Calles». En palabras de Luis L. León, uno de los portavoces del partido: «[Cárdenas] será electo candidato del PNR en la próxima convención de Querétaro por aclamación de la asamblea, y que será el único candidato que surja en la convención, pues la opinión revolucionaria del país está unificada en ese sentido y es la personalidad idónea para llevar a la práctica el Plan Sexenal [...]».17
Calles ordenó la elaboración de proyecto de plataforma política para el candidato, el Plan Sexenal, aprobado también en la Segunda Convención. Los cardenistas lograron modificarlo —originalmente estaba «trazado con el objeto de controlar a Cárdenas»20​— para hacerlo «más radical». Por otra parte, en esta ocasión el candidato del PNR no se enfrentó a una fuerza opositora como la de Vasconcelos, aunque sí hubo «fuerzas externas» al partido que se movilizaron en la campaña. Adalberto Tejeda Olivares fue propuesto por el Partido Socialista de las Izquierdas y Antonio I. Villarreal por la Confederación Revolucionaria de Partidos Independientes. Cárdenas comenzó su campaña en diciembre de 1933 y en ella destacó los aspectos más progresistas del Plan, como el control de los recursos nacionales, el respeto a los derechos sindicales o el mantenimiento de una educación socialista.88​ No obstante, sus políticas educativas, religiosas, económicas e internacionales le ganaron la oposición de las clases medias y altas, a las que también rechazaba.89​ La Unión General de Obreros y Campesinos de México calificó de «fascista» el Plan y señalaron a Cárdenas como un «simple representante» de Calles.88​ En las elecciones de julio de 1934, el candidato del PNR se impuso con más de 2.2 millones de votos.90​ De acuerdo con Garciadiego (2006), a su victoria contribuyó la «desunión» y el «desprestigio» de los partidos de la oposición.89

Exilio de Calles[editar]

Previo a su elección, Cárdenas reunió a las «fuerzas políticas ajenas al aparato del partido» y creó una base de poder ajeno al PNR.91​ Sus apoyos a obreros y campesinos le ganaron la oposición de grupos callistas.92​ En sus primeros meses de mandato, Cárdenas se enfrentó a una oleada de huelgas, que, según Anguiano (1975), eran expresión del descontento obrero ocasionado por la «superexplotación» de los años en que la economía mexicana vivió una recuperación de la crisis económica.93​ En consecuencia, los callistas relacionados con grupos empresariales desafiaron su autoridad y acudieron a Calles.91​ La actitud de Cárdenas «permitió que los trabajadores [...] poco a poco [superaran] su escepticismo respecto al gobierno y ofreciéndole su cooperación; otra vez se empezaba a conciliar». En contraposición, Calles y sus seguidores se habían mostrado inconformes y realizaron una fuerte campaña contra el gobierno cardenista.94
En el Congreso, los diputados cardenistas conformaron el «ala izquierda», «tendiente a afirmar su "libertad de opinión"» fuera del PNR, ocasionando conflictos con los callistas.94​ A lo anterior se sumaron las declaraciones de Calles del 12 de junio de 1935, en las que criticó a las alas izquierdas y la tolerancia del gobierno a las huelgas de ese año. El presidente del partido, Matías Ramos, le presentó el escrito a Froylán C. Manjarrez, director de El Nacional, para su publicación. Sin embargo, luego de que Manjarrez le informara a Cárdenas, este le pidió su renuncia a Ramos.9195​ Calles recibió el apoyo de miembros de la clase política y las críticas de obreros y campesinos. En contraste, varios sindicatos formaron el Comité Nacional de Defensa Proletaria y mostraron su apoyo al presidente,91​ al igual que la Confederación Campesina Mexicana y la Liga Nacional Campesina.95​ Cárdenas escribió al respecto:96
A las 23 horas se presentó en Palacio [Nacional] Froylán Manjarrez, director de El Nacional, informándome que el general Matías Ramos, presidente del Comité Ejecutivo del Partido Nacional Revolucionario, le envió para su publicación declaraciones que el general Calles dio ayer al senador licenciado Ezequiel Padilla, hablando de la situación política del país y atacando la actitud de las organizaciones obreras. Llamé al general Ramos y le hice conocer la responsabilidad que contraía por no haberme dado a conocer dichas declaraciones, que sí publicaron Excélsior y [ElUniversal. [...] Le manifesté [que] debía plantear desde luego su renuncia [...] Así lo hizo. Con sus declaraciones confirma el general Calles su propósito de intervenir en la política del país, rompiendo así el ofrecimiento que me hizo en Baja California. [19 de diciembre de 1934. Visité al general Calles en El Sauzal, Baja California, [...] Le manifesté mis preocupaciones por la actitud de quienes se decían sus amigos y que hasta la víspera de mi postulación habían tenido la dirección del país, [...] Me contestó [que] no apoyaría resistencias o ataques al programa de la Revolución.97​]
Cárdenas, 11 de junio de 1935
El 14 de junio, El Nacional publicó la respuesta de Cárdenas, en donde hizo énfasis en su autoridad como presidente. El mismo día pidió la renuncia a todo su gabinete y formó uno nuevo tres días después libre de callistas y con Portes Gil al frente del PNR. Poco después, Calles anunció su salida de la Ciudad de México. Más tarde, el 11 de septiembre, dos diputados fallecieron en un tiroteo en la Cámara de Diputados. Al día siguiente, se desaforaron diecisiete diputados callistas. Y, tras el retorno de Calles a México el 13 de diciembre, en el Senado se desaforó a cinco senadores y se desaparecieron los poderes en GuanajuatoDurangoSinaloa y Sonora, gobernados por callistas. La purga de estos últimos continuó luego del anuncio de la creación del Partido Constitucional Revolucionario, conformado por seguidores de Calles. Finalmente, el 9 de abril de 1936, Cárdenas ordenó la expulsión del país de Calles y mandó a Rafael Navarro Cortina a notificarle. A las 08:00 del día siguiente, Calles abandonó el país con dirección a Los Ángeles, acompañado de Luis N. Morones, Luis L. León y Melchor Ortega.9195

Disolución[editar]

La eliminación de los callistas del partido finalizó con la renuncia de Portes Gil a la presidencia del CEN en 1936. A lo anterior se sumó el establecimiento de nuevas formas de organización apoyadas por el presidente de la República.98​ Esta política de «puertas abiertas» dio inicio el 4 de septiembre de 1936 con un Manifiesto del CEN que buscaba una mayor participación de obreros y campesinos. Estas nuevas iniciativas aumentaron el descontento para con la estructura partidista e incluso se llegó a pensar en la desaparición del PNR.57​ El 18 de diciembre de 1937, Cárdenas expidió un manifiesto sobre la transformación del partido, en el que sostuvo «la necesidad de transformar» sus estatutos para incorporar a campesinos, obreros, empleados públicos y militares y reconoció que el partido actuó sin considerar la opinión de la «"masa" que lo sustenta».20​ Además, en él derogó el acuerdo presidencial por el que se descontaban siete días de salario a los empleados.99
En enero del año siguiente se conformó una comisión con el objetivo de estudiar los cambios en los documentos oficiales. Inicialmente se planteó emplear el nombre Partido Socialista Mexicano, pero al final se optó por el de Partido de la Revolución Mexicana. Un mes después del manifiesto presidencial, se publicó la Convocatoria a la Tercera Asamblea Nacional Ordinaria del PNR —30 de marzo al 1 de abril—. El 30 de marzo, se reunieron 393 delegados en representación de diversas organizaciones obreras, campesinas, populares y militares, en el Palacio de Bellas Artes, para discutir y aprobar los Principios, Estatutos y el Programa de Acción del nuevo partido de la Revolución que sustituiría al PNR, además de firmar el «Pacto Constitutivo del Partido de la Revolución Mexicana».571​ Ese día, se disolvió el PNR20​ y, a las 15:30, Silvano Barba González declaró formalmente constituido al PRM.100​ Esta transformación implicó la «reestructuración de un partido de cuadros y grupos a un partido de "masas"». A partir de ese momento, las tareas de la nueva agrupación se concentraron en «medir las relaciones políticas entre el aparato estatal y las organizaciones sindicales».101

Legado[editar]

De acuerdo con Revueltas, el PNR, al que define como «partido oficial», fue un «instrumento de control político» que funcionó durante el periodo posrevolucionario en el que los grupos de poder buscaron institucionalizar sus relaciones con la sociedad. En este sentido, la formación tuvo «como objetivo institucionalizar la lucha por el poder entre los diferentes grupos y facciones de los caudillos revolucionarios».6​ Por su parte, Patiño Manffer considera la formación del partido como la conclusión del fenómeno por el que el presidencialismo se impuso al caudillismo y, por tanto, desde ese momento «salvo algunas excepciones, la disputa por el poder ya no se dio por medio de las armas, sino mediante la negociación de las distintas fuerzas al interior del nuevo partido». Para el autor, la «trascendencia» de su fundación perduró hasta finales del siglo, pues cumplió —junto con sus sucesores— con su función, en palabras de Cosío Villegas, de «contener el desgajamiento del grupo revolucionario; instaurar un sistema civilizado de dirimir las luchas por el poder y dar un alcance nacional a la acción político-administrativa para lograr las metas de la Revolución Mexicana».102
En este sentido, Meyer enlista varios logros de la formación en cuestión de «control político», como la eliminación de sus adversarios. Al respecto, detalla que la revolución escobarista ayudó a la estabilidad al permitir la depuración del ejército y el aparato político: «De ahí en adelante aquellos que intentaran desafíar la disciplina del poder central deberían pensarlo dos veces». Además, con las primeras elecciones presidenciales en las que participó, el partido dejó en claro que, aunque le era útil la oposición por legitimar el «pretendido pluralismo político», no permitiría que sus rivales reclamaran «más que una fracción mínima de votos». No obstante, la formación acabó también por limitar el pluralismo al controlar los «poderes locales» y las «agrupaciones populares».69​ Para Garrido, el PNR jugó un papel «primordial» en la integración de la nación mexicana y en el fortalecimiento de su aparato estatal.103​ Sin embargo, con este punto de vista discrepa Aibar, pues aunque reconoce que cumplió con la función de centralizar las decisiones políticas más importantes, afirma que «su desapego con la sociedad era mayúsculo».104
Por otro lado, el mismo autor asegura que el PNR no contaba con «una amplia popularidad y prestigio» al estar identificado con el callismo, pues aunque se le creó para unificar a las facciones revolucionarias, seguía siendo un partido enfocado en «convencer a los individuos en tanto ciudadanos y no a las masas».104​ Al respecto, Garrido asevera que en sus primeros cinco años de existencia la formación contaba con una imagen popular «bastante pobre»: «Para la mayoría de la población, sumida en el analfabetismo y sin tradición democrática alguna, el PNR simplemente no existía». No tuvo tampoco un «arraigo popular» ni motivó «manifestaciones musicales [...] pictóricas o literarias».103​ Por tanto, durante el periodo cardenista se buscó acercarlo a las organizaciones de clase, en un momento en que la formación tenía una imagen popular deteriorada y para el que una mayoría de la población «era un partido de los caciques callistas, de los políticos corruptos, de los capitalistas y de los terratenientes».105
Reyes Galicia apunta que el PNR surgió como «una especie de auxiliar del presidente» que tomó parte, junto con la figura presidencial, en una estabilidad que condujo a un «efecto pacificador y aglutinador». No obstante, el efecto último fue una sociedad «alejada de los procesos políticos», acompañada de una oposición política con una reducida capacidad de acción ante el control que se ejercía de los intentos de movilización. Esa estabilidad se logró también al dejar en manos del mandatario en turno la decisión de quién sería su sucesor y creó una de sus «reglas de oro», el respeto a la no reelección. A partir de este momento se creó la «monarquía sexenal» —según Cosío Villegas—, en la que el presidente transmitía su «poder absoluto», al término de su periodo, a su élite cercana.106​ También durante el periodo cardenista, el PNR pasó de ser un instrumento político de Calles a una «“institución” estatal bajo el control del Ejecutivo».105​ En este sentido, Meyer asegura que:

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